Del Manifiesto de Luigi al manifiesto Unabomber
Desgranando el manifiesto de Ted Kaczynski, conocido como Unabomber, a raíz de la publicación del manifiesto de Luigi Mangione, el chico que asesinó al CEO de una aseguradora farmacéutica.
Queridas amigas, queridos amigos
Espero que vuestra entrada del año haya ido bien. En casa entró la gripe como un vendaval el 31 de diciembre y aún nos estamos recuperando. Ni vi las campanadas ni me tomé las uvas, aunque no creo que Unabomber hubiera estado muy de acuerdo en ver el beef entre Broncano & Lalachus vs Pedroche & Chicote.
Leyendo el Manifiesto Unabomber
Antes de caer enfermo me hice con el conocido como “Manifiesto Unabomber”, una vez que este volviera a dar que hablar tras el celebre asesinato (o ajusticiamiento) del CEO de una aseguradora sanitaria en Estados Unidos por parte de Luigi Mangione, el nuevo héroe popular que también escribió su propia proclama. El amigo Luigi, que ya está encarcelado y puede que se enfrente a la cadena perpetua, había reseñado en redes sociales este manifiesto, así que no es de extrañar que el ensayo haya vuelto a resurgir.
El nombre real del manifiesto es “La Sociedad Industrial y su futuro”. Está firmado por el seudónimo Freedom Club y escrito permanentemente en primera persona del plural, aunque sabemos que es obra al completo de Ted Kaczynski, del que Netflix sacó una serie muy entretenida hace unos años. Unabomber ganó su fama mandando cartas bomba para obligar a que se publique su manifiesto en prensa, hasta que fue detenido y encarcelado. Quiero destacar la cuidada edición del manifiesto por parte de la Editorial Isumatag, que se esfuerza en difundir una traducción correcta de Ted Kaczynski, según cuentan ellos, con la colaboración del autor hasta que este falleciera. Desde esa pequeña editorial española siguen trabajando en difundir las ideas de Ted en la actualidad. Leyendo las entradas de su blog a veces parece que el propio Ted nos sigue hablando.
El manifiesto y los izquierdistas
En este texto, Kaczynski reflexiona sobre los males del progreso tecnológico desde la revolución industrial y llama a las personas a que hagan una revolución mundial contra todo lo que esto significa. Dedica, además, numerosos párrafos a criticar a los izquierdistas, a los que Unabomber culpa de no estar centrados en el verdadero problema (el progreso tecnológico) y de distraerse en otras luchas para obtener protagonismo y rédito personal. Sí, esto suena demasiado parecido a los viejos comunistas y socialistas españoles que decían exactamente lo mismo de otras luchas que ellos consideraban secundarias.
Hay que explicar qué es para Unabomber realmente un izquierdista. Tal y como yo lo he interpretado, Ted detestaba a los grupos de izquierda que se mostraban favorables a luchas de diversos colectivos, como los que estaban a favor de la igualdad racial, LGTBIQ o feminista. No es que estuviera en contra de las luchas de estos grupos (aunque luego se esfuerza en denostarlas por ser secundarias a la que debería ser la cuestión principal, que es la crítica a la sociedad industrial) sino que piensa que estos izquierdistas se sienten acomplejados y con sentimiento de inferioridad.
Ted detestaba a los grupos de izquierda que se mostraban favorables a luchas de diversos colectivos
De esta manera, a Ted no le gusta que se critique que haya racismo en Estados Unidos porque le parece que es una forma de criticar al país. No es que sea un ultra patriótico de los que conocemos ahora, pero se muestra bastante en contra a ese mantra de “criticarlo todo” sobre un lugar o una sociedad que se suele adjudicar a la izquierda. En general, Ted se muestra bastante defensor de Occidente, aunque sea contradictorio con su crítica a la sociedad industrial. Dice que muchos blancos denunciaban la discriminación a los negros porque querían sentirse parte de algo, al igual que los hombres que defendían las causas feministas. Pura necesidad de socializar, de encajar en el sistema haciendo lo que todo el mundo hace.
También se le observa, en el mismo sentido, una defensa de la masculinidad hegemónica, y critica a los que son políticamente correctos. Actualmente seguro que estaría en Estados Unidos llamando woke a todo el mundo. Y es que no es fácil categorizar a Ted bajo nuestros ejes tradicionales políticos.
¿Qué defiende Unabomber?
Su modelo de sociedad es la de un individualismo muy primitivo, una vida en lo salvaje. Ted defiende que son las personas, viviendo solas o en pequeños grupos, las que deben ganarse su sustento, su alimento y las cosas que necesitan para vivir. Aquí llegamos a un punto interesante de su pensamiento. Unabomber dice que hay tres tipos de necesidades humanas:
Las que pueden ser satisfechas fácilmente.
Las que para ser satisfechas necesitan de un gran esfuerzo.
Las que no se pueden satisfacer de ningún modo.
De esta manera, él nos pide que nos centremos en las actividades del grupo número 2. Unabomber piensa que si estuviéramos cansados al final del día de estar obteniendo nuestra comida o refugio o de estar garantizando nuestra seguridad, no tendríamos otras preocupaciones o necesidades que no son tal. La falta de actividades complejas que realizar para sostener nuestra vida es lo que aboca a nuestra sociedad a los males que tiene, incluidos los relacionados con la salud mental. Se refiere a la aristocracia, por ejemplo, como estamento corrompido por no tener que esforzarse para conseguir lo que precisan para vivir.
Como la mayoría de personas logran cubrir sus necesidades sin esfuerzo, deben buscar —dice Unabomber— actividades sustitutorias, es decir, cosas que le entretengan a uno. Ted critica entonces los hobbies que no sirven para nada y explica que las personas lo buscan simplemente porque no tienen nada mejor que hacer. Todo culpa de la sociedad industrial y sus subproductos. En este momento de la lectura del Manifiesto yo me paré a reflexionar en profundidad. Hasta ahora el texto no dejaba de ser una oda al individualismo y al primitivismo por parte de un tipo que vivía solo escondido en las montañas, pero en este punto Unabomber da en el clavo.
Pocas de las actividades que realizamos día a día son útiles para la reproducción de la vida y nuestro bienestar

Actualmente, pocas de las actividades que realizamos día a día son útiles para la reproducción de la vida y nuestro bienestar. Claro, para él estas actividades son esencialmente plantar verduras, recoger frutos, cazar, pescar o ahuyentar osos. Pero si salimos un poco de su mundo y ampliamos la mira, podemos hacer una reflexión similar.
Trabajos que no cumplen necesidades sociales
Es cierto que, actualmente, las mayores tareas que realizamos no sirven, en esencia, para mucho. La mayor parte del tiempo nos lo pasamos trabajando. El trabajo sólo cubre las necesidades básicas de la sociedad en una parte muy pequeña. Nuestro mayor esfuerzo lo utilizamos exclusivamente para seguir generando bienes y que haya unos cuantos por encima nuestra ganando mucho dinero. Pero no son actividades imprescindibles en la mayoría de los casos. Incluso quienes realizan actividades prescindibles pasan mucho tiempo haciendo otras que no lo son, o convirtiendo estos bienes de primera necesidad en bienes de consumo.
Me refiero, por ejemplo, a la alimentación. La industria de la comida no se centra en que nos alimentemos cada día razonablemente bien, sino que se produce mucho más de lo que se necesita porque las marcas compiten por nuestro dinero. Mucha comida se tira. Otra es innecesaria, puro invento del márketing para vender más (en los supermercados cada vez hay menos comida pero hay más productos).
Por otro lado, muchas profesiones sirven, en esencia, para sostener el sistema tal y como lo entendemos ahora, pero no aportan demasiado a la ciudadanía. Todo el sistema financiero, por ejemplo, que mueve más dinero que cualquier otra actividad, no sirve para absolutamente nada.

Además, incluso aunque realizáramos actividades que son útiles para la sociedad, estamos tan alejados los unos de los otros que no lo vemos. Tampoco lo podemos disfrutar, no nos sentimos realizados porque siempre está por medio el dinero y el mercado, convirtiendo las buenas tareas en puro enfado con tu jefe por el poco sueldo que te da la empresa o por lo que abusan de ti. Un ejemplo: no creo que el agricultor o agricultora que recoge frutas y verduras del campo se sienta realizado por alimentar a su pueblo, sino que estará enfadado con lo poco que le paga el patrón, por la cantidad de horas que trabaja o por las malas condiciones. Lo mismo podemos decir de una enfermera que atiende a pacientes. Aunque en su caso el bien que realiza lo tiene delante y tendrá momentos por los que sentirse orgullosa con el trabajo que está realizando, es difícil que la tarea le satisfaga al 100% porque hace turnos de 24 horas o está enfadada con su gerente que cobra diez veces más que ella y le mantiene explotada en un hospital.
A Unabomber le falta en su pensamiento una cosa muy fundamental: una perspectiva de clase que todos sus comentarios sobre la sociedad piden a gritos desde el comienzo. Ted hace alguna referencia al comunismo, pero siempre lo relaciona con el totalitarismo de la Unión Soviética de su época. No parece que haya leído nunca a filósofos o filósofas socialistas criticar la sociedad, tal vez habría encontrado algún pensamiento que le ilumine. Su texto está plagado de comentarios en los que se niega a hablar de política, él siempre vuelve al problema económico, (como si ambas cosas pudieran separarse) demostrando sus carencias en este campo. Para él, hablar de política es hablar de las instituciones y del poder de la Administración. De hecho, en su manifiesto anima a no tomar el poder político para hacer su revolución, convirtiendo su lucha algo que no acaba siendo más que una quimera ludista.
¿Es Unabomber anticapitalista?
La visión de Ted Kaczynski sobre el desarrollo tecnológico es conflictiva. Es cierto que mete todo en un mismo saco, pero observado desde la óptica ecologista (la nuestra y la suya), podemos aceptar algunas de sus premisas en este sentido. Hace una extensa crítica a la sociedad de consumo, al desarrollo infinito de las tecnologías a costa de los recursos naturales y a la infelicidad que esto provoca.
Su error es, en mi opinión, que achaca todos estos problemas a las personas, pero no analiza en ningún momento a los seres humanos como seres sociales productos de un sistema y de una ideología. Tal vez, su visión individualista no le permitía hacerlo. De hecho, cuando habla de comportamientos colectivos sólo se centra en el márketing y en la venta de objetos, pero no entiende que este márketing también sirve para vender ideas, o de cómo estas ideas nos determinan y explica nuestros comportamientos.
En ningún caso él se define como anticapitalista. Lo hace como anarquista en algún punto, aunque no creo que se parezca al anarquismo como lo conocemos nosotros. Realmente, su visión sí es anticapitalista, en tanto que él quiere derribar la sociedad industrial (y, por tanto, el tejido económico que tenemos ahora) y volver a una vida de pequeños grupos aislados que viven en la naturaleza. Podemos decir que era un anticapitalista, aunque no creo que se llevara bien con casi ninguno que hoy reivindica para sí esa etiqueta.
El ecologismo y el rewilding en Unabomber
Ted Kaczynski vivía en Estados Unidos. Allí no queda tan lejos esa idea de que lo salvaje una vez fue real. En oposición a lo que conocemos en Europa, los territorios norteamericanos permanecieron vírgenes e inmaculados hasta hace unos pocos cientos de años. Recuperar el patrimonio salvaje es una de las causas más respetables de Unabomber. Actualmente, sabemos que recuperar el asalvajamiento (o rewilding) de los espacios naturales es imprescindible para la biodiversidad y el ecologismo. Ted era, también, un ecologista radical. Si a esto le dedica menos líneas es porque aclara que ya hay en Estados Unidos movimientos que defienden estas ideas. En este sentido, yo os quiero recomendar el trabajo de Rewilding Spain y el libro de Jordi Palau (prácticamente homónimo) donde se explica muy bien esta propuesta.
Algunas de las ideas de Ted encajan más o menos bien con el decrecimiento, esa teoría que nos explica que debemos no sólo frenar el auge económico y de producción, sino revertirlo. En este sentido, el polémico y gran divulgador Carlos Taibo ha hecho mucho en España para acercar este pensamiento y yo os quiero recomendar sus escritos en este sentido, como El decrecimiento explicado con sencillez. Para los muy (muy) cafeteros está también la obra ¿Comunismo sin crecimiento? de la Editorial Verso Libros, donde se habla, entre otras cosas, de la visión del decrecimiento vista ya en tiempos de la URSS y del informe Meadows. En dicho informe, Los Límites del Crecimiento (1972), ya se hablaba de este problema y se advertía de la situación. Aún así, este ensayo publicado por Verso Libros resulta poco atractivo para el público en general (y no sé si demasiado atractivo para el especializado) al ser un tocho considerable con muchísimas referencias que impiden una lectura pedagógica.
Ojalá la dedicación de Ted Kaczynski se hubiera enfocado más en este punto. Iba mejor encaminado criticando el desarrollo industrial de la sociedad en base a las ideas ecologistas que mandando bombas cartas para obligar a la gente a que lea su manifiesto.
“A mí me leen por mis c…”
Con esta última idea quiero acabar. Hay algo de todo esto que irremediablemente llama la atención. Uno muchas veces tiene algo que considera que otros deben oír. Pero el método de Ted, mandar cartas bomba, rezuma cierta masculinidad brutal muy desagradable. El tipo, además, no se representaba más que a sí mismo. Dudo que hubiera discutido su texto con nadie. No era la persona más formada del mundo en cuanto a filosofía o política, pero aún así hemos tenido que leerle. Su método funcionó, sobra decirlo, porque aquí estamos analizando su manifiesto y hablando de él.
A él le costó la cárcel, y a otras tres personas, sus vidas. No se puede decir que le faltara determinación al bueno de Ted. Pero sus atentados, lejos incluso de tener una buena causa de fondo, sólo buscaban difundir sus ideas fuera cual fuera la manera. En algún momento tuvo que creerse que eso serviría de algo. Si no conoces la historia, no te cuento más y te animo a descubrir cómo sucedió, pero mejor hubiera sido que no se mostrara tan seguro con sus ideas y hubiera estado más abierto a reconocer errores o corregir su pensamiento. No lo estaba, claro, nadie manda una carta bomba si tiene dudas.